De sonrisa incansable y firme
Una triste vieja vino a bendecirme
Con un adiós y palabras llorosas.
Hace conmover a mis dos mejillas
Con una caricia inalcanzable;
Y mis ojos que eran inalterables
Se unieron al dolor cual rejillas.
Dar la media vuelta es la tortura
En el acto cruel de la despedida,
Que deja a la vieja invadida
Por la agonía que trae la ruptura.
La distancia entre ella y yo crece
Como lo hace el mutuo sufrimiento.
Sé que no he de volver ni con el viento,
Mi madre lo sabe y le estremece.
César Carranza
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